(Ciudad Guayana, 30.01.2018. Correo el Caroní). Pocas publicaciones en Venezuela gozan del valor de la constancia. Y contadas publicaciones pueden leerse con sólida coherencia ética en todas sus ediciones como lo ha hecho la revista SIC, la más antigua de Venezuela, fundada en 1938, por un grupo de inquietos jesuitas.
SIC, siglas del Seminario Interdiocesano de Caracas o Así, como traduce del latín, fue concebida, también, como un lema de optimismo. Una afirmación de seguridad que su fundador, el padre Manuel Aguirre Elorriaga, amplísimamente conocido por su labor de formación y organización del mundo obrero en el país, pensó como una manera de traducir el acontecer del país.
Y no cualquier país. Apenas transcurrían dos años de la caída de Juan Vicente Gómez (1908-1935), y en esa primera edición se sentenciaba que para bien o para mal debía nacer “la Nueva Venezuela”.
Desde entonces cada editorial ha sido un ejercicio de contrapoder y contraloría a los gobiernos de turno. “Polémica siempre, incómoda a veces”, decía Aguirre en aquellas sucesivas páginas en las que entregó su análisis.
La publicación de los jesuitas y laicos que este mes de enero, junto al Centro Gumilla, celebran 80 y 50 años de trayectoria respectivamente, reafirma en la editorial de la edición Nº 800 el Aquí seguimos, como una alternativa de esperanza en la Venezuela que vivimos.
Su director, el sacerdote jesuita Alfredo Infante, apunta claves de la permanencia de la revista y su concepción como centro de análisis y acción social.
– ¿Cuán significativo es que una edición impresa cumpla 80 años en plena era digital?
– Sobre el valor de los 80 años de SIC, diría varias cositas. La primera: se señala normalmente que el venezolano es operativo, es inmediatista. Cuando entra el cambio de época, entramos, diríamos, en un flujo informativo que refuerza una condición cultural que se le ha señalado al venezolano culturalmente. Entonces, señalar una cultura tanto dentro de una cultura como este momento histórico, de cambio de época hacia una más digital, es hacer valer la memoria. Es recuperar la memoria como recurso importante para mantener la identidad. Yo creo que, para cualquier transición política en Venezuela, cualquier cambio que se geste en el país, este recurso que tiene SIC acumulado en sus páginas es indispensable. En estas páginas hay muchas propuestas recogidas: la relación con la renta petrolera, derechos humanos, cómo entender la democracia, la relación con la ciudadanía. Una serie de temas que se mantienen actuales. La segunda cosa es el tema de la institucionalidad. 80 años significa que SIC es una institución y es una institución que ha transitado por muchos contextos en el país, pero como lo dice sabiamente Alberto Barrera, hay una línea fundamental que son las convicciones éticas desde donde SIC aborda la realidad, entendiendo ética como el lugar desde donde se asume las perspectivas. La ética como un lugar epistemológico. Es una institucionalidad que nace desde la solidaridad por el país y que tiene una visión ética fundamental que ha transitado durante muchas coyunturas y que ha tenido una palabra oportuna. En un país donde no hay en este momento institucionalidad, SIC lo es y es una institución creíble.
– Muchos medios de comunicación están buscando cómo convertirse en instituciones sólidas. ¿Es perdurable conseguir un modelo de negocios sin convicciones éticas?
“El otro desafío grande es que el periodismo de investigación es un periodismo que el Gobierno va a señalar, a perseguir, a condenar en ese sentido. Es posible que vengan escenarios de este tipo”.
– Hay que destacar que SIC es un órgano de la Compañía de Jesús, y que pertenece a la Iglesia Católica, y que desde allí ha tenido una palabra de fe al país. Luego, ante la pregunta que planteas, yo creo que lo interesante de SIC en esto de la institucionalidad es que nace avocada a la defensa de la dignidad humana y a la construcción del bien común en el país, desde el lugar social que es la persona humana. Y muy en concreto, los sectores excluidos. Esos son elementos claves que hacen que mucha gente crea en SIC que es un canal de confianza, en un país en el que se ha resquebrajado la confianza. Quienes colaboran lo hacen como un acto solidario, pero quienes nos leen también nos leen con responsabilidad de nutrirse para ir generando una ola que pueda mantener la esperanza. En ese sentido, ante la crisis del país y del papel, la SIC se mantiene de la solidaridad de los colaboradores y del seno de la Iglesia. Un detalle muy emotivo que nos pasó es que cuando discutíamos si era posible mantener la revista impresa, nos parecía que era fundamental por el tema de la memoria, pero había la discusión si pasar a la parte digital, los colaboradores pensaban que había que hacer lo posible por mantenerlo. En ese proceso llegó la Iglesia alemana interesada en apoyar a la Iglesia venezolana en este tipo de publicaciones.
La SIC frente a la dictadura
– ¿Qué tanto tiempo tomó a la revista analizar y plantear que esto es una dictadura, como lo dijo su editorial?
– La revista SIC ha sido bastante contundente en tener una palabra ante la ruptura del orden constitucional. Veníamos desde hace tiempo diciendo que el país estaba inmerso en un proyecto totalitario que transitaba hacia la dictadura. La ruptura del orden constitucional lo hace más evidente cuando el TSJ desconoce a la Asamblea Nacional. Nos parecieron muy oportunas las palabras de la fiscal (Luisa Ortega Díaz) de entonces. El aprendizaje fundamental es que estamos llamados en primer lugar a discernir la realidad como un acto ético importante de no negociar nuestra conciencia. No negociar nuestras posiciones porque creemos que son importantes para la construcción del país. Sin duda alguna, el escenario actual parece encaminarse a un mayor control político, económico, social y militar. Y desde allí estamos claros que tenemos que seguir diciendo lo que tenemos que decir. Es decir, que SIC no tiene ningún sentido si negocia sus principios porque creo que no haríamos bien al país y estamos fundamentalmente comprometidos con tener una palabra ante el país. No solo de denuncia contra cualquier cosa que atente contra la dignidad, sino de hacer propuestas. Estamos claros que el país está herido y que tenemos que hacer aportes para la reconciliación, aportes de cara a ello.
En ese sentido, como Jesús, pues no condenamos el pecado, pero procuraremos siempre salvar al pecador. Eso es un principio innegociable: la verdad y la denuncia de lo que creemos que no es bueno, que atenta contra la dignidad humana, que atenta contra la convivencia social, la convivencia política y democrática. Siempre haremos un llamado a la conciencia de aquellos que atentan contra la dignidad, contra la convivencia social. Siempre encontrarán en nosotros gente que hace un llamado a la conciencia, a la conversión, porque creemos que siempre hay oportunidad para reencontrarnos como pueblo.
– ¿Han sentido en algún momento que la revista ha llegado tarde a alguna conclusión?
“Encontrarán en nosotros gente que hace un llamado a la conciencia, a la conversión, porque creemos que siempre hay oportunidad para reencontrarnos como pueblo”.
– Justamente nosotros no somos un medio que va a dar tubazos, ni de posiciones apresuradas. Nuestras posiciones, diríamos, bastante discernidas. Como te habrás dado cuenta en el consejo de redacción hay bastante diversidad de perspectivas. Cada vez, por supuesto, no es que hay menos diversidad, pero sí un horizonte más común. Antes era mucho más diverso, muy afecta -por ejemplo- al chavismo, ya en sus procesos interiores se han ido replanteando y son críticas. Pero hubo un tiempo que las discusiones aquí eran las discusiones que había en el país. No digamos que estábamos polarizados porque nos encontrábamos y conversábamos. Hoy creo que la diversidad de perspectivas y de opinión hace las discusiones interesantes. Cuando eres un medio de orientación y de reflexión no puedes ser de vanguardia porque tienes responsabilidad de que lo que se va a decir se va a decir muy sopesadamente, entonces no creo que hayamos llegado tarde a temas. Sino que no es el modo nuestro. No es adelantarnos, sino ir dando orientación en medio de la coyuntura.
“Aquí seguimos”
– Pocas instituciones hoy día tienen la oportunidad de tener un órgano de consulta semanal. Esa discusión que se ha dado en el país, de alta polarización, ¿también la hubo en el consejo de redacción? ¿De qué manera se canalizó?
– Si entendemos como polarización, desencuentro, creo que nunca ha habido polarización. Lo que sí hubo -de cara al fenómeno político de Chávez- fue diversas percepciones. Hubo gente muy próxima afectivamente al chavismo y hay gente que desde el principio vio -visionariamente- el desenlace que hoy estamos viendo. Eso enriquecía mucho las reuniones del consejo de redacción, ocurría desde el encuentro. Nos unía el bien común del país. No eran confrontaciones ideológicas, sino un diálogo de diversas perspectivas teniendo como centro el respeto al otro y al país. La época más intensa fue cuando nuestra compañera Mercedes Pulido fue directora, ella fue muy clarividente y ella siempre advirtió de esto que hoy estamos viviendo.
Creo que lo que ha ocurrido es que este proceso de discernimiento, de estar analizando y afrontando la realidad, les ha llevado a una mayor claridad de saber que lo que estamos viviendo no es lo mejor para el país. Y no es desde la fe lo que Dios quiere para nosotros. Ha habido procesos personales muy interesantes, de replanteamientos y de nueva visión de las cosas. Porque la realidad interpela, la realidad ilumina.
– Este año se perfila, una vez más, con muchos más desafíos. ¿Cuáles son los de la SIC?
– La cantidad de colaboradores que están dispuestos a aportar desde sus distintas áreas para llevar una palabra al país. En medio de esta adversidad creo que va a haber una mayor apuesta en este sentido. Entonces desde la revista y su equipo, junto con los colaboradores, va a ser un año de gran desafío. En cuanto al tema país, sí veo que el tema de la información pública por parte del Estado es cada vez más difícil. El poder y los controles la hacen cada vez más escasa. Quienes investigan necesitan confrontar sus investigaciones con la información pública, y eso no existe. Eso puede restar mayor equilibrio a las posiciones, sin embargo, nuestros colaboradores son muy responsables y generan confianza. Va a ser cada vez más necesario el periodismo de investigación para producir información creíble para nosotros y para el periodismo en el país. El otro desafío grande es que el periodismo de investigación es un periodismo que el Gobierno va a señalar, a perseguir, a condenar en ese sentido. Es posible que vengan escenarios de este tipo. Nuestra misión es una revista de orientación y eso pasa por un discernimiento de la realidad.
Entrevista a Sj Alfredo Infante a sus 80 años de la Revista SIC, por Correo el Caroní