(Caracas, 14.01.2021). El año 2020 fue sin duda un año que el régimen venezolano aprovechó para avanzar en el ejercicio del control social a través de la represión y la manipulación del hambre, la salud y las necesidades básicas de los venezolanos.

A pesar de mantener la mayor parte del año a la población civil con combinaciones de confinamiento “radicales” y “relajadas” por la Pandemia del Covid-19, fueron miles las manifestaciones y protestas sin color político que surgieron en todo el país, principalmente por la falta de electricidad, agua, gas para cocinar, transporte público, gasolina y un salario digno, que fueron reprimidas por la fuerza pública, sin piedad, oprimiendo y deteniendo no solo a quienes manifestaban, sino a reporteros o trabajadores de medios de comunicación que cubrían las protestas, abogados que acompañaban a manifestantes, e incluso, a médicos y trabajadores de la salud que salían a reclamar por material o medicamentos para cuidarse y combatir la Pandemia.

La intimidación, acoso y represión contra la oposición y los líderes políticos, la persecución y encarcelamiento contra asesores y personas cercanas al Presidente (Int) Juan Guaidó; las detenciones arbitrarias, la tortura constante contra los presos políticos y sus familias; la persecución y encarcelamiento de familiares cercanos a personas que el régimen busca o persigue, marcó un año nefasto para un país sumido en la pobreza extrema generalizada, cuya población busca desesperadamente salidas personales a la crisis que padece en su núcleo familiar, la confrontación social instigada por el régimen y el uso de grupos subversivos armados y organismos de inteligencia para reprimir y perseguir, para extorsionar, asesinar y torturar con total impunidad, aprovechando que el Estado ha mantenido el control social a través del “Estado de Excepción” decretado por la pandemia.

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