(Caracas, 07.07.2020. Proyecto Encovi). La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI), en su presentación en relación al año 2019-2020 estima que existe 1,7 millones de personas (3 a 24 años) menos, hecho que tiende a reducir la presión sobre la demanda de atención en educación
Los niños y niñas escolarizados en este período académico 2019-2020 muestran que su trayectoria educativa debió afectarse por la severidad de la crisis del año precedente.
Crecen los riesgos de exclusión entre quienes no asisten regularmente a clases y registran severo rezago escolar
Distribución de la población escolarizada
(12-17 años) según rezago escolar
En cuanto a la condición de actividad Se evidencia una disminución importante de la participación económica.
La evolución de la participación en la actividad económica en el último quinquenio muestra leves fluctuaciones a la baja, ubicándose en el mismo nivel alcanzado en el año 2015. 44% de la Población de 15 años y más es económicamente inactiva.
Según las estimaciones de OIM cerca de 2,7 millones dejaron el país en el período 2017 – 2019. Por razones metodológicas la estimación derivada de la ENCOVI es ciertamente menor, 2,3 millones, pero lo suficientemente buena para caracterizar el perfil de esa migración forzada que masivamente dejó el país en esos años, observándose cambios en su composición debido al predominio del componente masculino, el incremento de la participación de los adultos jóvenes y de migrantes con niveles de escolaridad más bajos, en la medida que la necesidad de garantizar la sobrevivencia más allá de nuestras fronteras transversalizó todo el espectro social.
Entre 2017 y 2019 la búsqueda de trabajo ha sido fundamentalmente la principal razón para dejar el país, pero la reagrupación familiar va adquiriendo relevancia. 19% de los hogares reportan que al menos uno de sus integrantes emigró a otro país.
La intensidad de la pobreza continuó su tendencia creciente. Si se determina a través de la línea de pobreza, se encuentra que 96% de los hogares están en situación de pobreza y 79% en pobreza extrema, hecho que significa en el último caso que los ingresos percibidos son insuficientes para cubrir la canasta alimentaria. Si se adopta el método multidimensional, el cual incluye cinco dimensiones que abarcan además de los ingresos otras variables relacionadas con el empleo, la educación, las condiciones de la vivienda y los servicios públicos, se estima que 65% de los hogares se encuentran en situación de pobreza.
El marco conceptual de la Inseguridad Alimentaria en el hogar se inicia con ansiedad y preocupación por la provisión de alimentos. Sigue con ajustes en el presupuesto del hogar afectando a la calidad de la dieta. Los adultos limitan la calidad y cantidad de la ingesta de alimentos y, por último, se afecta igual a los niños. En el 2018 de cada 10 hogares solamente 1 podía categorizarse como Sin Inseguridad Alimentaria (SIA) y según la última medición (ETA 2020) habría solamente 3% en esa condición.
En contrapartida crece el porcentaje de hogares en Inseguridad Alimentaria Moderada (IAM) porque más allá de la preocupación por la falta de alimentos también hay ajustes en la disponibilidad de recursos que afectan la calidad de la dieta.
Los resultados de la ENCOVI 2019-2020 sobre la situación nutricional de los menores de 5 años, de acuerdo con el indicador peso-edad, revela que alrededor de 21% se encuentra en riesgo de desnutrición y 8% está desnutrido, un nivel que se distancia considerablemente del registro en Colombia (3,4%), Perú (3,2%) o Chile (0,5%). Igualmente, según el indicador talla-edad se ha estimado en 30% quienes se encuentran en desnutrición crónica.
Hasta un 43% de los hogares del país reportan imposibilidad de trabajar o pérdida de ingresos.
Con los números de infectados aumentando y con un previsible incremento de las muertes por COVID-19, no hay forma de saber el tamaño de la crisis sanitaria que se avecina.
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