(Caracas, 05.12.2018. Revista Sic / Por Nelson Freitez). La realización del IV Encuentro Nacional de Defensores y Defensoras de DDHH en fecha reciente en Caracas con la presencia de más de 250 integrantes de unas 150 organizaciones no gubernamentales de 21 entidades federales del país, constituye una expresión consistente de la expansión y fortalecimiento de un movimiento nacional de DDHH con el que Venezuela puede contar.
Quienes participaron en el evento promueven y defienden en las regiones y en todo el país, prácticamente todos los derechos humanos –civiles y políticos; económicos, sociales, culturales y ambientales- de los más diversos grupos de nuestra población, desde poblaciones indígenas, infancia, trabajadores, personas en condición crónica hasta estudiantes, mujeres, personas con discapacidad.
Se ha logrado avanzar en estos últimos 3-4 años en la gestación de una identidad con la misión y el rol de promoción y defensa de DDHH por parte de quienes realizaban su labor en distintos ámbitos y no se autorreconocían como defensores.
Hoy organizaciones y personas que laboran en la defensa ambiental, rehabilitación de la salud, la defensa laboral, protección de la infancia con desnutrición, entre otros, asumen su plena identidad con ese papel y se integran al conjunto de quienes en diversos ámbitos igualmente lo hacen.
Esta identidad compartida es la base de un movimiento social de derechos humanos que se ha venido gestando en todo el país con una visión cada vez más interrelacionada en cuanto a la conexión entre los diferentes derechos.
La emergencia humanitaria compleja en pleno desarrollo ha acicateado el surgimiento de nuevas agrupaciones desde sectores religiosos, profesionales, gremiales, universitarios, las cuales emergen por imperativos éticos, sociales, humanitarios, de quienes se resisten a “ver pasar el cadáver de Job” sin asumir una acción organizada y proactiva frente a los graves deterioros que afectan a nuestra población.
Incluso se han incorporado activamente a este movimiento de DDHH, asociaciones de personas con afectaciones crónicas que más que asumirse estrictamente como víctimas, vienen abogando por su derecho a la salud y la vida y los de toda la población, con una plena y firme presencia en los espacios públicos
Este contingente de agrupaciones desempeña una diversidad de roles en el contexto de la emergencia humanitaria, más allá del acompañamiento de las víctimas y las denuncias de sus afectaciones, es por ello que ha asumido documentar cada vez con mayor sistematicidad y rigor las dimensiones, intensidades e impactos de las violaciones a los DDHH.
Sorteando de mil maneras los cercos de opacidad y secretismo que la élite en el poder ha establecido para ocultar la trágica realidad de nuestra población, ambiente y economía, han avanzado en generar rigurosos registros e informes que son cada vez mejor valorados y consultados por distintas instancias internacionales de DDHH y organismos multilaterales de desarrollo.
La credibilidad y reconocimiento que como movimiento nacional de DDHH se ha alcanzado es digno de mencionar y reconocer. Hace sólo unos años, aún el régimen lograba divulgar ampliamente “sus verdades” sin contraste ni información fundamentada que permitiera alcanzar una visión real del acelerado deterioro de los DDHH que se estaba produciendo en el país.
Los diversos observatorios de DDHH, los informes periódicos generados en distintos ámbitos, las audiencias en las que se participa con mayor intensidad, la vinculación cada vez más fluida y estrecha con los órganos del sistema interamericano y universal de DDHH, constituyen hoy claros avances en la protección y defensa de nuestra población en los escenarios internacionales
Distintas agrupaciones de DDHH, asimismo han asumido la búsqueda de nuevas formas de expresión de la protesta pública como vía de exigibilidad de derechos.
Ante la feroz represión oficial de los ciclos de protesta de los años anteriores, y a partir de una densa reflexión sobre la lucha no violenta, se han producido nuevos repertorios de protestas creativas que ya se han incorporado al acervo de saberes de las organizaciones de DDHH y progresivamente vienen haciéndose presentes y contagiando a diversos actores sociales en sus iniciativas de exigencia de derechos en las calles.
De tal forma, estos últimos años han sido testigos de la consistente construcción colectiva de un movimiento social en el campo de los DDHH, que asumiendo su compromiso con los derechos de toda la población planteó en este IV Encuentro con voz alta y firme en su declaración final “Exigir al Estado venezolano cumplir sus responsabilidades de garantizar la realización efectiva de todos los derechos humanos a la población venezolana y poner fin a sus múltiples y graves violaciones…detener las prácticas de criminalización, violencia y persecución sistemática por razones políticas o por ejercer la libertad de expresión, protesta pacífica y disentimiento, y aceptar de inmediato la asistencia y cooperación internacional como derecho y obligación del Estado…”
Este luminoso encuentro nos hizo recordar un texto de nuestro poeta larense Rafael Cadenas “Los poetas no convencen / Tampoco vencen / Su papel es otro, ajeno al poder: ser contraste”. Siento que este movimiento de derechos humanos que se levanta con plenitud, va convirtiéndose en contraste frente a la devastación y en esperanza de redención.
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