(Caracas, 11.07.2018. Civilis DDHH). Ángel Zambrano es comunicador social y forma parte del Laboratorio Ciudadano de Noviolencia, una organización surgida hace poco más de un año con el fin de ser un espacio de encuentro y articulación que ayude a conectar a personas, organizaciones, ideas e inquietudes sobre el ejercicio ciudadano, la acción pacífica y la democracia.
Para Ángel, la no violencia es la forma más humana de resistir y persistir ante la opresión, pero más allá de cualquier coyuntura política, la no violencia es, sobre todo, hacer comunidad, desde las diversidades, para buscar sociedades más juntas.
¿A qué se dedica Ángel Zambrano actualmente?
Formo parte del Laboratorio Ciudadano de Noviolencia Activa, una organización que surgió hace poco más de un año. En resumen, buscamos experimentar con nuevas y viejas formas de organización ciudadana para habilitar comunidades de acción y reflexión democrática. Buscamos, también, ser un espacio de encuentro y articulación que ayude a conectar a personas, organizaciones, ideas e inquietudes.
Nacimos de y para la protesta no violenta. Para nosotros, la no violencia es la forma más humana de resistir y persistir ante la opresión; sabemos que también es la más estratégica y efectiva. Pero hemos entendido que, más allá de cualquier coyuntura política, la no violencia es, sobre todo, hacer comunidad. Esto significa juntarnos desde nuestras diversidades para buscar sociedades más justas.
¿Cómo se siente al dedicar su vida a la defensa y promoción de los derechos humanos, sobre todo en un país en el que ese trabajo resulta tan cuesta arriba?
Nuestro trabajo se nutre de un enfoque de derechos humanos y nos pone en contacto constante con defensores y promotores. No diría que dedicamos nuestras vidas a la defensa de los derechos humanos, creo que esas son palabras mayores, reservadas para quienes lo hacen día a día con la tenacidad y entrega que los caracteriza.
En la cuesta que nos toca subir a diario a todos los venezolanos, para quienes trabajamos desde lo social y para quienes están en otros campos de acción, la adversidad nos está enseñando lecciones valiosas y está fortaleciendo nuestro tejido social de formas que aún están borrosas, pero que serán significativas a mediano y largo plazo. Creo que es un privilegio poder estar aquí, viviendo esto que estamos viviendo y haciendo esto que estamos haciendo.
¿Cómo surge el Laboratorio?
En pleno ciclo de protestas de 2017, Cheo Carvajal y Jaime Cruz -del Diplomado de Diseño e Innovación Social de Prodiseño/UCAB- organizaron un encuentro en la Librería Lugar Común. La invitación, que rodó por redes sociales, correo electrónico y WhatsApp, decía así: Acción y creación, Ideas para una protesta noviolenta.
Fue el 11 y 12 de mayo, después de más o menos 40 días continuos de protesta y represión. Allí nos reunimos más de cien personas, un grupo diverso de conocidos y desconocidos que compartíamos una inquietud: la violencia, producto de la represión, se hacía cada vez más visible y constante, restándole fuerza y potencial a las manifestaciones por la democracia que se estaban dando en varias ciudades del país. Escuchamos hablar a María Teresa Urreiztieta sobre movimientos sociales noviolentos, vimos datos de una investigación que demuestra que la noviolencia es más efectiva que la violencia (Stephan y Chenoweth: Por qué funciona la resistencia civil), compartimos reflexiones y nos distribuimos en mesas de trabajo para idear acciones concretas.
En esos dos días de encuentro se sintió una fuerza ciudadana y creativa muy potente. A Cheo, Jaime y varias de las personas que estuvimos allí nos pareció que esa conversación tenía que continuar y decidimos convocar sesiones semanales todos los jueves para seguir experimentando desde la protesta no violenta. En ese entonces no teníamos nombre ni aspiraciones de convertirnos en una organización, pero las acciones y reflexiones que fueron dándose durante los meses, y la gente que fue asomándose, juntándose y uniéndose, nos llevaron a esto que somos y hacemos hoy en día.
¿En qué está trabajando el Laboratorio actualmente frente a la situación de DDHH en el país?
Los proyectos en los que estamos involucrados o que estamos imaginando pueden resumirse en cuatro líneas de trabajo:
– Saberes para la organización ciudadana y la acción cívica colectiva (protesta no violenta y programa constructivo).
– Redes de solidaridad para sobrellevar la crisis desde la interdependencia, la autonomía y los saberes comunitarios.
– Conversaciones y acciones en torno a nuevas formas de gobernanza y la aplicación de herramientas tecnológicas a procesos de votación y deliberación democrática.
– Una plataforma de articulación para mapear e interconectar a organizaciones de la sociedad civil, potenciando la colaboración entre ellas, la ciudadanía y la diáspora venezolana.
Cualquier persona que quiera saber más sobre nosotros o ser parte de los proyectos en los que estamos trabajando, puede escribirnos a [email protected] o contactarnos a través de Twitter o Instagram: @LaboCiudadano.
¿Qué te motiva a continuar con esta labor?
Ante una emergencia tan grave que genera tanto dolor y sufrimiento, en Venezuela estamos ante grandes oportunidades para encontrar nuevas formas de ser una sociedad más democrática y justa. Estas oportunidades no solo tienen que ver con las lecciones que estamos aprendiendo y el tejido social que está naciendo o fortaleciéndose a partir de la crisis. La emergencia es tan profunda que también está abriendo espacios importantes para la creatividad y la innovación. Estoy convencido de que los experimentos comunitarios, ciudadanos y democráticos que se están dando y seguirán dándose en Venezuela van a ser de mucho valor no solo para nosotros, sino también para otros países que atraviesan o atravesarán crisis similares.
¿Qué sigue ahora?
Seguir haciendo lo que hacemos desde el Laboratorio, seguir conociendo a gente que hace otras cosas, seguir juntándonos y acompañándonos.