(Caracas, 30.03.2018, Nelson Freitez). Ya en Venezuela el único sector que niega la existencia de una grave Emergencia Humanitaria es el propio gobierno, obviamente por que la ha generado con su inviable modelo económico y político, sus extraviadas políticas y su desbordada corrupción. También porque carece de capacidad y vínculos internacionales para enfrentarla apropiadamente. Reconocerla afectaría severamente su legitimidad y, por tanto, no asume su responsabilidad. Las múltiples organizaciones de derechos humanos el país desde hace más de 2 años, han venido alertando sobre la escalada en ciernes de esta vorágine de afectaciones en la alimentación, la salud de miles de personas y, sobre sus serias consecuencias en muertes, hambre, migraciones masivas y desesperadas fuera del país, fracturas y abandonos de familiares.
Lo más preocupante es que en la medida que países y organizaciones internacionales han expresado su disposición a brindar ayuda adecuadamente canalizada, en especial en medicamentos y alimentos, la élite militar y civil en el poder se aferra a negar la emergencia y a bloquear tal cooperación, por considerar que detrás de la ayuda internacional vendría una supuesta maniobra de una coalición de países para intervenir militarmente en el país y desalojarlos del poder. Bajo esta “hipótesis de guerra” fundamentada en la ´Doctrina Militar Bolivariana´ diseñada en los ´Cursos de Estado Mayor Conjunto´ que se realizan en bases militares de la isla de Cuba –como requisito para garantizar el ascenso de la alta oficialidad de las FANB-, la mayor amenaza proviene de EEUU que busca invadir a la nación por el alto valor y magnitud de las riquezas mineras. De tal suerte, Venezuela está bajo el riesgo de convertirse en una nueva Siria y por tanto, se justifica que no se decrete la Emergencia Humanitaria y debemos asumir la consecuencia de la hambruna en marcha y el incremento de la mortalidad.
En este escenario, las organizaciones defensoras de DDHH han decidido actuar intensamente, en la medida de sus capacidades y recursos, en la atención a las graves situaciones que conlleva la Emergencia Humanitaria. En primer lugar, dimensionando la magnitud, características y consecuencias de las múltiples afectaciones a los DDHH implícitas en esta coyuntura de emergencia. Estableciendo en cuál fase de la emergencia nos encontramos, cuáles son los riesgos implícitos y las medidas que deben ser adoptadas para paliar, contener o revertir los cuadros de situación identificados. El caso del trabajo adelantado desde hace unos dos años por CÁRITAS de Venezuela con el Proyecto SAMAN para el seguimiento y evaluación de los cuadros alimentarios de niños y niñas de Parroquias en situación de pobreza en varios estados del país, va en esa dirección. Este monitoreo y medición es además vital por que el gobierno niega la existencia de la desnutrición, carece de seguimiento epidemiológico de la misma y descalifica toda información al respecto.
La gestión de cooperación internacional para lograr alianzas, aportes y donaciones de agencias y organismos multilaterales, es otro campo de actuación de las ONGs de DDHH, para lo cual es imprescindible el monitoreo y la documentación señalada en procura de la plena comprensión internacional de la magnitud y riesgos de la situación. Una coyuntura de Emergencia Humanitaria Compleja se caracteriza por la masificación de afectaciones básicas a la salud y la vida de la población, en un contexto de graves carencias de recursos de toda índole para atenderlas, contenerlas y revertirlas. Incluso en la que el principal responsable de las afectaciones es el propio Estado, el cual por mandato constitucional debería garantizar y propiciar que se generen los bienes y servicios requeridos y así evitar que se produzcan tales afectaciones. Lo grave del caso venezolano es que el Estado no sólo ha causado la emergencia y no la asume ni la atiende, sino que bloquea a quienes la están enfrentando al lado de quienes están afectad@s.
El acompañamiento a las víctimas de la Emergencia Humanitaria es otra de las áreas de actuación de las ONGs de DDHH. Bajo un enfoque de promoción de actitudes y capacidades para la Resiliencia –entendida como disposición a asumir y enfrentar plenamente las adversidades presentes en la realidad que nos toca vivir-, la perspectiva de trabajo que se está impulsando es la combinación de la atención a los cuadros de emergencia –por ej. escasez de medicamentos atendida vía gestión de Bancos y mecanismos diversos de procura de los mismos- con el acompañamiento al desarrollo de estrategias y acciones de exigibilidad pública de los derechos afectados con pleno protagonismo de los propi@s afectad@s.
De tal manera, se enfrenta parcialmente la emergencia y, a su vez, se demanda al Estado que asuma su responsabilidad, lo cual incide en el cambio de autopercepción de víctimas a ciudadan@s afectad@s. Propiciando un crecimiento de las personas y de sus organizaciones, lográndose el reconocimiento público de los rostros de la afectación, además de facilitar adhesiones y alianzas con otros sectores. El Viacrucis por los Derechos que se realizó en Barquisimeto el pasado martes de Semana Santa organizado por la Vicaría de DDHH de la Arquidiócesis, las Asociaciones de Personas con enfermedades crónicas y la Red de ONGs de DDHH se diseñó con tal inspiración.