(Caracas 04/10/2017. Civilis DDHH) A diferencia de las crisis humanitarias que vienen determinadas por desastres naturales o conflictos armados, las emergencias complejas son fundamentalmente de carácter político. Se trata de crisis humanitarias graves que suelen ser el resultado de una combinación de factores que van desde inestabilidad política, quiebre y fragmentación del Estado, conflictos y violencia, fracaso de políticas de desarrollo, desmoronamiento de la economía formal, desigualdades sociales y pobreza subyacente;  que generan grandes impactos sobre la estabilidad cultural, civil, política y económica de las sociedades.

También conocidas como “emergencias políticas complejas”, el termino empezó a ser utilizado a finales de los años ochenta por las Naciones Unidas para describir el carácter diferenciado de las grandes crisis que han proliferado desde el final de la Guerra Fría.

Son complejas porque comprenden tres razones principales. Una multiplicidad de causas, que se encuentran en la interrelación de diversos factores políticos, económicos y socioculturales. Su impacto es de carácter omnicomprensivo, es decir afecta gravemente todos los órdenes de la vida, con un fuerte efecto destructivo y desestructurador. Y por ultimo, requiere de una respuesta internacional basada en un mandato múltiple, que permita actuar en varios frentes, como son la acción humanitaria (incluyendo la provisión de bienes y servicios esenciales para la subsistencia, así como la protección de las víctimas), la diplomacia de alto nivel, o incluso la escolta de la ayuda.

En rueda de prensa realizada en la sede de la ONG Acción Solidaria, donde se anunció el otorgamiento por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de una medida cautelar de protección para un venezolano con condición de Hemofilia Tipo A Severa, que ha sufrido desde el 2015 constantes y prolongadas interrupciones en el tratamiento por un cambio en el esquema de entrega de tratamiento; su director,  Feliciano Reyna, retomando la definiciónde Naciones Unidas sobre emergencias humanitarias complejas explicó que las mismas “responden a una situación de conflicto político, de un Estado de carácter débil, frágil o fallido, que pierde la capacidad de negociación de gestión de los problemas con la población, generando problemas económicos graves que impactan la vida y que a su vez hacen que las personas reclamen, protesten; obteniendo como única respuesta del Estado la represión”.

Para el doctor José Oletta, quien fue ministro de Salud, Venezuela ha rebasado el concepto de crisis humanitaria “que puede ser algo puntual, que dura unos meses o un año. Esta es una situación que dura ya cerca de 4 años, entonces es una emergencia compleja. Hay una dimensión política de ingobernabilidad cada vez creciente. En lo económico, hay un empobrecimiento progresivo que nos lleva a una situación de calamidad. No hay alimentos esenciales y hay desnutrición”.

También entendida  como una expresión del fracaso del modelo de desarrollo de un país, sus implicaciones estimulan la conflictividad. Conflictividad que, como señala Reyna, es enfrentada por los actores estatales con represión para ahogar la disidencia o contener el descontento social, lo que deja también en evidencia el fracaso del sistema político y de la gestión de conflictos por la falta de unas instituciones con legitimidad popular, con mecanismos que permitan canalizar las reivindicaciones y disputas políticas, así como controlar a las autoridades.

Para Reyna “todo ello involucra tantos aspecto de la vida y la dignidad de las personas, que tiene un impacto en la garantía de derechos que son básicos para la vida, para la dignidad como el derecho a la salud, alimentación, educación y vida” o como lo señala en su texto “Protección en la práctica” Diane Paul (1999) y otros autores, “el concepto no deja de ser un eufemismo para referirse a lo que, en realidad, es una violación masiva y deliberada de los derechos humanos”.