El estado Bolívar es el epicentro del sacudón que ha significado la explosión de la malaria en el país. En dos de sus municipios, Sifontes y El Callao, la circulación del parásito es tan alta que, estadísticamente, todos sus habitantes están condenados a padecer la enfermedad. Venezuela cierra el primer semestre rompiendo su propio récord: 184.225 personas se han infectado con paludismo en 2017.
(El Estimulo – Maria Emilia Jorge) En el municipio El Callao del estado Bolívar, al sur de Venezuela, todos sus habitantes han sufrido de malaria en el primer semestre de 2017. Estadísticamente, una porción de esa cantidad la ha padecido dos veces en lo que va de año. En ese lugar, el número de casos acumulados es de 14.940, lo que se traduce en una tasa de infección de 1.179 casos de malaria por cada 1.000 habitantes. Algo similar ocurre en el municipio Sifontes.
Bolívar, estado minero, es el más afectado por la explosión del paludismo en el país. Solo ahí, 116.612 personas han presentado los síntomas de la enfermedad, que produce fiebres altas y cíclicas, escalofríos, sudoración, ictericia y dolor muscular.
El total nacional asciende a los 184.225 casos, con los que Venezuela vuelve a romper su propio récord y garantiza terminar el año con otra cifra histórica. El número sobrepasa los 132.015 casos que hubo en todo 2015, y representa un aumento de la incidencia de 63,1% con respecto al primer semestre de 2016, cuando se habían producido 112.932.
Mientras tanto, el Ministerio de Salud continúa en negación. Y aunque se rehúsa a revelar información sanitaria de interés nacional al censurar la publicación del Boletín Epidemiológico Semanal, la Sociedad Venezolana de Salud Pública tuvo acceso a los registros oficiales y los divulgó.
El mosquito transmisor del parásito que porta la malaria, el Anopheles, se ha diseminado y picado a personas en 14 entidades del país que se encuentran en epidemia o en alerta.
La peor semana de lo que va de año fue la número 11, a mediados de marzo, cuando más 9.000 personas contrajeron la enfermedad.
“De aquí al final del año, por el patrón de lluvias de la época, podemos esperar un incremento sostenido de casos. Que se suma a la falta de tratamiento adecuado, a la situación de minería permanente en las zonas del sur del país lo que va a garantizar el flujo de personas hacia y desde las minas”, advierte José Félix Oletta, ex ministro de Sanidad y miembro de la Sociedad Venezolana de Salud Pública.
Amazonas sigue a Bolívar en la cantidad de infecciones, con 32.797; Sucre, con 25.334; Delta Amacuro, 4.150; Monagas, 2.323; Zulia, 1.147 y Anzoátegui, 972. La malaria también está presente en Apure, Barinas, Guárico, Portuguesa, Trujillo y Táchira.
¿Si no llega a Caracas, la epidemia no existe?
El paludismo no tiene presencia en la capital por una razón biológica: los zancudos que lo transmiten no pueden vivir a más 700 metros de altura (a pesar de que algunos estudios han encontrado ejemplares en montañas altas de Trujillo). Caracas tiene una cota que supera el límite de supervivencia de los Anopheles.
No obstante, la enfermedad ronda cerca. El estado Miranda, que colinda con la capital, presenta un aumento vertiginoso de malaria.
Al terminar el primer semestre del año pasado, en Miranda se habían registrado 4 casos de paludismo. Este año, la comparación es escandalosa: 520 personas han sufrido por la infección, 130 veces más.
Hace al menos cuatro décadas, la malaria había sido erradicada de la entidad. Hoy, ocho municipios del estado están a merced del parásito, siendo el más afectado el Independencia (Santa Teresa del Tuy), seguido por Andrés Bello (Río Chico), Brión (Higuerote); Cristóbal Rojas (Charallave); y Paz Castillo (Santa Lucía).
El riesgo que esto representa es alto. Por tratarse de una enfermedad no habitual, en algunos estados no están preparados para diagnosticarla con rapidez ni para prestar el tratamiento a tiempo ni para tomar medidas de control vectorial.
“No hay contención, no hay mecanismos de control. La malaria es una epidemia que se hace incontrolable porque es multidireccional. Circula en 14 entidades a su antojo”, alerta Oletta.
La malaria se hizo indomable y se vuelve imposible siquiera mantenerla dentro de las fronteras. Según la información contenida en el Boletín Epidemiológico Semanal de Colombia, de los 356 enfermos que llegaron a ese país de otras latitudes, 91% procedían de Venezuela.
A pesar de las dimensiones que ha adquirido la epidemia dentro del país, y de lo que representa para los países vecinos, la Organización Panamericana de la Salud no emite ninguna advertencia.
Más planes para la epidemia escondida
El gobierno continúa creando planes para la crisis que se esmera en ocultar. La información sobre malaria es inexistente en el discurso oficial, pero en marzo se creó el Plan Zamora 200 para sustituir a la Micromisión Malaria.
De acuerdo con los lineamientos del nuevo proyecto, el fracaso de las políticas para contener al paludismo es atribuido a la “guerra económica”, también responsable del descalabro económico, la escasez de alimentos y la desaparición de las medicinas.
El plan se aplicaría primero en tres estados y luego se extendería a cinco. En tres años, promete, la enfermedad estaría bajo control nuevamente.
“Esto ocurre en un momento de cambio de autoridades ministeriales. Para que no sea un nuevo cambio cosmético o de nombre, debería partir de un análisis serio de los datos epidemiológicos y de una evaluación independiente y externa de los resultados de la Micromisión Malaria que la precedió”, indica la Sociedad Venezolana de Salud Pública, en un comunicado de prensa.
Otros virus transmitidos por zancudos
La actividad de dengue, chikungunya y zika, tres virus transmitidos por vectores que estuvieron en epidemia en años recientes, ha disminuido.
Aunque el despacho de Luis López tampoco ofrece datos con respecto a estos síndromes febriles, el infectólogo Julio Castro, del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Central de Venezuela, mantiene un monitoreo constante a través de internet.
La herramienta Google Trends le permite vigilar la cantidad de búsquedas que hacen las personas sobre dengue, chikungunya y zika, y establecer un patrón que, en años anteriores, ha coincidido con los brotes de esas enfermedades.
“Las últimas dos semanas solo hemos visto aumento de 17% en las búsquedas relacionadas con chikungunya. Eso podría darnos algún indicio de actividad del virus, pero no es nada alarmante”, explica el médico.
Aunque la temporada de lluvias facilita la reproducción de los mosquitos, hace falta que el virus también circule para que se produzca el contagio.
“Solo que haya zancudos no significa que vayamos a tener la enfermedad. En la consulta estamos viendo algunos casos de dengue y Hepatitis A. El pico que estamos viendo en este momento es sobre todo de enfermedades intestinales, transmitidas a través del agua, que coinciden con la época”, dice Castro.
Los ojos se mantienen abiertos ante la posibilidad de aparición de algún brote de West Nile, encefalitis equina venezolana o fiebre de guanarito.