(Caracas, 20.08.2018. Acción Solidaria / Gabriela Buada). Recientemente, Venezuela se ve impactada por distintas situaciones naturales donde el aislamiento de poblaciones enteras producto de inundaciones podría requerir la asistencia humanitaria urgente si el Estado continúa omitiendo lo que se vive en Amazonas, Delta Amacuro y Bolívar
En el mes de agosto la Organización de Naciones Unidas advirtió que al menos 2,3 millones de venezolanos han abandonado el país y que la mayoría de estas personas se dirige a Colombia, Ecuador, Perú y Brasil asegurando que emigran por falta de alimentos y medicinas. Asimismo, la organización registró por primera vez que existen 1,3 millones de personas con malnutrición.
Amnistía Internacional refiriéndose a la emergencia humanitaria que se vive en el país publicó en su sitio web Salida de Emergencia que debido a las graves violaciones del derecho a la salud, las dificultades para acceder a alimentos y otros servicios básicos, está en riesgo muchas vidas, hecho que fomenta una crisis de migración forzada de ámbito regional.
A este panorama crítico para los venezolanos se le ha sumado una contingencia natural que afecta gravemente algunas poblaciones al sureste del país. Las inundaciones, producto de la crecida de importantes ríos, sumado a la falta de medidas preventivas y de atención inmediata para las comunidades afectadas, hace imperante la asistencia humanitaria en las zonas anegadas de los estado Amazonas, Delta Amacuro y Bolívar.
Aguas crecidas
Desde hace varias semanas medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil han denunciado la terrible situación que se vive en 6 estados venezolanos, entre los que resaltan Amazonas, Bolívar y Delta Amacuro, donde la crecida de los ríos Orinoco y Caroní ha dejado a más de 5 mil damnificados, calles inundadas, escasez de alimentos y medicamentos, además de la completa incomunicación de sus habitantes.
A pesar de las reiteradas denuncias y llamados para que las autoridades atendieran y socorrieran a las personas que prácticamente viven entre las aguas, la respuesta gubernamental apareció tres semanas después, cuando la mayoría de las consecuencias materiales se reportaron como irreparables.
Jo De Elías, activista de derechos humanos y director ejecutivo de Civilis DDHH, indicó que el caso de Amazonas entra dentro de la categoría de desastres naturales, pero la situación se torna mucho más engorrosa dado a que se presenta dentro de un contexto de emergencia compleja y además generalizada en todo el país.
“En las emergencias complejas no funcionan las políticas preventivas; mientras que las de mitigación son prácticamente inútiles porque existe un contexto de múltiples factores en contra que está interviniendo y que desbordan las capacidades nacionales e internacionales de asistencia rutinaria en desastres”.
Para el también investigador del capítulo de salud del informe anual de la ONG Provea, la situación que hoy viven estos sectores venezolanos requiere de mayor atención. Por eso, desde 2005 Naciones Unidas ha dispuesto que, ante estos contextos, se dé una respuesta que implique gran cantidad de actores humanitarios internacionales que trabajen en un esfuerzo mancomunado y coordinado, con equipos y dispositivos especializados en emergencias complejas.
“Es importante ante esta situación que el Coordinador de Socorrro de Naciones Unidas, cuya función la ejerce el Secretario adjunto del Secretario General de la ONU, tome iniciativas conducentes a la activación de esta respuesta humanitaria”.
Venezuela necesita ayuda
Las organizaciones no gubernamentales estiman que de 7 mil a 30 mil personas se encuentran afectadas por la crecida de los ríos, situación que agrava la emergencia humanitaria compleja que se intensifica día tras día.
La IFRIC (Federación de Sociedades de la Cruz Roja Internacional), órgano internacional competente en materia de desastres, define una situación de “peligros complejos” cuando las consecuencias son devastadoras. De esta forma, De Elías indica que la IFRIC trabaja de manera autónoma y por ello, el gobierno nacional debe solicitar apoyo a este organismo y a las Naciones Unidas con el fin de proteger a la población venezolana.
“Su canal operativo es la Oficina de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA) y debe regirse por las directrices establecidas por el Comité de Coordinación entre Organismos o Comité Interagencial (IASC). Esta es la ruta, no hay otra. No es posible que ninguna agencia con sede en el país y sola, pueda enfrentar esta situación, por tratarse de una emergencia compleja”.
Asimismo, el experto indica que solucionar las causas políticas de una emergencia no pueden estar por encima, ni tener prioridad antes que garantizar la vida, la integridad y la subsistencia de las personas en condiciones de vulnerabilidad extrema. En este sentido enfatizó que Naciones Unidas lamentablemente está actuando tarde y de manera contraria a lo que dictan sus propias políticas en materia de derechos humanos, asistencia humanitaria y protección internacional en emergencias complejas.
Asistencia humanitaria y cooperación internacional
La asistencia generalmente comprende mecanismos de socorro y la cooperación entra en una fase de recuperación temprana, después que se haya hecho todo lo necesario para satisfacer las necesidades de mayor prioridad. Usualmente estas se centran en alimentación, insumos y medicinas, agua potable, lugares de refugio, atención a grupos más vulnerables como niños, niñas y adolescentes, embarazadas, personas mayores y con discapacidad, indicó De Elías.
Además, resaltó que la cooperación incluye apoyo en capacidades técnicas y equipamiento que permite reestablecer los servicios y condiciones para que estos operen con regularidad.
Finalmente, el activista señala que estos organismos están listos para prestar ayuda inmediata, sin embargo, los protocolos y mecanismos deben cumplirse al pie de la letra.
“Todo está dispuesto. El problema es que siendo una emergencia compleja, Naciones Unidas debe hacer un llamamiento a nivel de respuesta humanitaria, lo cual implica la activación de ‘cluster’ (grupos de trabajo sectorizados que actúan de manera conjunta y coordinada por directrices comunes) y en coordinación con distintos actores humanitarios”.
Para De Elías es importante que la población y las organizaciones de derechos humanos que hacen vida en Venezuela entiendan que no hay forma de garantizar una asistencia y protección internacional efectiva sino se hace en conjunto con estos organismos.
Los desastres causan un sufrimiento enorme para miles de personas, en especial a quienes viven en condición de vulnerabilidad, como son los pueblos indígenas y los habitantes de estos estados que, debido a su ubicación geográfica, se encuentran aislados de las grandes ciudades. No hay otro camino que, además de prestarle una mano amiga al que lo necesita, exigir a las autoridades que atiendan de inmediato las inundaciones en estos sectores y protejan la vida de quienes están en peligro.
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