(Ginebra, 08.08.2020. ACNUDH). El COVID 19 representa una amenaza crítica para los pueblos indígenas, en una época donde también luchan contra afectaciones ambientales producidas por el ser humano además de depredación económica.
En casi la totalidad los 90 países donde se encuentran estos pueblos, frecuentemente en lugares remotos, muchas comunidades indígenas tienen un acceso inadecuado a servicios de salud, agua potable y saneamiento básico. Su estilo de vida comunitario puede incrementar la probabilidad de contagio aunque en todo el mundo hemos visto ejemplos inspiradores de cómo las comunidades indígenas han tomado medidas basadas en su fuerte organización interna para limitar la propagación del virus y reducir sus impactos. Aquellos que viven en áreas urbanas sufren usualmente de pobreza multidimensional y estas afectaciones se agravan por la severa discriminación – incluyendo en el contexto de acceso a la salud.
Hasta la fecha en las Américas, más de 70,000 personas indígenas has sido contagiados por el COVID-19. Entre estos se incluyen al menos 23,000 miembros de 190 pueblos indígenas en la cuenca del Amazonas. Más de 1,000 muertes se han registrado incluyendo varios adultos mayores que guardan un profundo conocimiento de tradiciones ancestrales. Los fallecimientos incluyen la trágica defunción del Jefe Aritana del pueblo Yawalapiti esta semana en Brasil.
En esta vasta región que se expande por Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guyana, Surinam y la Guyana Francesa, 420 o más pueblos indígenas viven en tierras que están siendo dañados y contaminados de manera incrementada por la minería ilegal, la explotación forestal, la agricultura de tala y quema. A pesar de regulaciones que restringen el movimiento y actividades económicas, muchas de estas actividades económicas ilegales han continuado en los meses recientes, junto con los movimientos de los misioneros religiosos que también exponen a las comunidades a un alto riesgo de infección.
Los pueblos indígenas que viven en aislamiento voluntario de las sociedades modernas – o que se encuentran en las etapas iniciales de contacto – pueden tener una inmunidad particularmente baja a la infección viral, lo que crea riesgos especialmente agudos. Las comunidades y pueblos que han sido expulsados de sus tierras también son muy vulnerables, particularmente los que viven en territorios transfronterizos.
En junio mi Oficina publicó una Nota de Orientación sobre los derechos humanos de los pueblos indígenas en el contexto del COVID-19. Este documento destaca prácticas prometedoras adoptadas por varios países – muchas en consulta cercana a los pueblos indígenas – y enfatiza recomendaciones prácticas con impactos inmediatos y a largo plazo en la salud.
En general, la pandemia hace evidente la importancia de garantizar que los pueblos indígenas puedan ejercer sus derechos de autonomía y de autodeterminación. Ellos siempre deben ser consultados, y deben poder participar en la formulación e implementación de políticas públicas que les afecten, por medio de sus entidades representativas, líderes y autoridades tradicionales.
Se trata de salvar vidas y proteger las preciosas redes de cultura, lenguaje y conocimiento tradicional que nos conecta con nuestras raíces profundas de la humanidad.
En este día internacional de los pueblos indígenas, mi Oficina se compromete a trabajar con pueblos indígenas, la OMS, los Equipos de País de Naciones Unidas, los mecanismos de derechos humanos, y los Estados, para ayudar a apoyar una mejor protección de sus derechos humanos fundamentales.
Fuente Oficial: ACNUDH